domingo, 26 de junio de 2011

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Qué miedo.
Por un momento pensé que me había quedado sin palabras. Sin adjetivos, sin verbos, sin comas y sin tildes.
Pensé que solo me quedaba un punto final por poner a esta historia. Menos mal que me equivoqué.
Puede que no me queden palabras para ti, pero tengo un montón de silencios.
Y tú mejor que nadie sabes lo que ellos encierran...
Pero, volviendo a mí, supongo que callarme nunca estuvo entre mis planes.
Simplemente necesitaba un paréntesis. O dos. Unos cuantos espacios para dejar atrás incisos que duelen.
Y también fue buena idea darle varias veces al Enter. Hoja nueva. ¿Vuelta de página? No, cambio de libro.
Y seguir con mi paranoica verborrea, que aún me quedan muchas cosas por decir.
Pero, eso sí, a partir de ahora con la certeza de que las personas no se olvidan, solo dejan de importar.


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